En las 255 fotografías de este fotolibro aparece un señor sonriente acompañado por una o más mujeres. Las escenas suceden durante los años setenta y ochenta en Acapulco. Sus autores son reporteros sociales y fotógrafos de discotecas y restaurantes. El señor sonriente guardaba las fotos de recuerdo y los recortes de prensa en una caja de whisky escocés. Un día falleció y la caja amarilla llegó a manos de su nieto, Miguel Calderón, un artista mexicano hiperactivo capaz de hacer videos y fotografías, pintar cuadros y montar instalaciones, además de dirigir galerías alternativas y grupos musicales, organizar exposiciones y hasta escribir su crítica si fuera necesario.
“[…] El protagonista de las mil fotos de la caja era un industrial que un día se retiró y dedicó el resto de su vida al carpe diem a tiempo completo.
Al principio pensó en ilustrarlo con aforismos y citas literarias, pero supo contenerse y acabó haciendo un fotolibro tan mudo como esos cuadros titulados ‘sin título’. Nada más que fotos a toda página, sin otra transformación que una frase final: ‘cuando mi abuelo murió, lo único que me heredó fue una caja con estas fotos'” Horacio Fernández (El fotolibro latinoamericano, México, D.F., Fundación Televisa, 2011)
Miguel Calderón, México, Turner, 2007