En Nuipashikuri, Eugenia Rendón de Olazábal encuentra su inspiración en la leyenda Náhuatl con el personaje homónimo que hace una promesa de celibato que no cumple y es castigado por los dioses. El uso de cactus en sus imágenes son la representación de la relación que tenía este personaje con su gran falo.
Eugenia Rendón de Olazábal,
Nuipashikuri,
de la colección Colección Manuel Álvarez Bravo
Te puede interesar
Antonio Reynoso Castañeda,
El hombre del taco,
1981,
de la colección Colección Manuel Álvarez Bravo
Hermanos Abdullah,
Grupo de mujeres fellahs,
ca.
1865,
de la colección Colección Manuel Álvarez Bravo
Walker Evans,
Interior de la casa de un carbonero,
ca.
1935,
de la colección Colección Manuel Álvarez Bravo