Redes

 

En un contexto fílmico ya dominado por las idolatrías hollywoodenses, en el periodo en que la cinematografía mexicana hacía esfuerzos por organizarse como industria y poco tiempo después de que el cineasta soviético Sergei M. Eisenstein hubiese sido impedido de terminar la “sinfonía fílmica” ¡Que viva México!, Paul Strand asumió su responsabilidad como Jefe de la Comisión de Fotografía y Cinematografía del Departamento de Bellas Artes.

En agosto de 1933, Narciso Bassols y Carlos Chávez tuvieron en sus manos el proyecto en que Strand y Agustín Velázquez Chávez recomendaban al Estado mexicano cumplir con su “función cultural” mediante el cine, reconocido como el medio “más efectivo para llegar a las masas que se quiere educar”. Para ello proponían la producción de cortometrajes que evitaran “la exhibición documental de lo pintoresco” y ayudasen a los espectadores a entender su realidad.

Las limitaciones presupuestarias, técnicas y humanas acotaron el programa de cine educativo a una sola película: Redes, cuyo rodaje se llevó a cabo entre fines de 1933 y el otoño de 1934. Este filme, inicialmente llamado Pescados, se propuso narrar de forma realista la lucha por la vida y la justicia de una comunidad de pescadores que descubre la fuerza de la unión. Para su filmación se eligió un pueblo ubicado en la ribera del río Papaloapan (Alvarado, Veracruz), a la vez escenario donde se desarrollaba la historia y lugar de residencia de buena parte de sus protagonistas.

Strand conjuntó un equipo formado por Agustín Velázquez Chávez (coautor del argumento), Fred Zinnemann (director), Emilio Gómez Muriel (asistente de dirección), Henwar Rodakiewicz (autor de la adaptación cinematográfica y el guión técnico), Guenther von Fritsch y Barbara Messler (edición), Silvestre Revueltas (compositor de la partitura musical), y Ned Scott (stillman). De la cinefotografía, que debía estar “orgánicamente relacionada con el tema y la acción” de la película, se responsabilizó el propio Strand, quien además tuvo participación en la redacción del argumento y en la elaboración de las sucesivas versiones del guión.

Entrampada por los trámites burocráticos que retrasaban la entrega de recursos y concluida sin la participación de Strand, Redes se incorporó a la historia del cine mexicano como una pieza difícil de clasificar, reacia a las definiciones genéricas, contradictoria en su mezcla de agitación subversiva y patrocinio estatal. Lo inusual de su temática hizo que la exhibición se demorara más de lo previsto; el distribuidor Javier Liceaga, ofreció el estreno al cine Alameda, “pero, no obstante que aceptaron categóricamente su calidad artística y profunda emotividad, terminaron negándose a la exhibición por el carácter socialista que la obra contiene; carácter hostil o cuando menos ajeno a su público burgués”. Finalmente Redes se estrenó en el cine Principal después de aceptarse algunas condiciones muy desfavorables para la productora: la Secretaría de Educación Pública.